Diario de una huida (relato por entregas)



29 de septiembre:

Hola.
Estaba buscando algo para caldear la cama cuando duermo sola, y he encontrado unos periódicos viejos que Tom guardaba en el altillo. Es estupendo, porque además de calentarme los pies y entretenerme leyendo cuando no puedo dormir, puedo escribir en uno que tiene muchas páginas en blanco, supongo que por un error de impresión. De modo que este va a ser mi diario. Además, hoy me hace ilusión empezarlo porque me han pasado muchas cosas.
Benjamin me ha regalado un libro. Es pequeño, con las tapas azules, un azul parecido a los arándanos, y es precioso. Las tapas son rugosas, y me gusta tocarlo. Tiene cuentos de autores norteamericanos y alguno inglés. He leído uno de los cuentos hoy, del tirón, en mi tiempo de descanso, que cada vez es más breve. No es culpa de Tom, él nos trata bien, pero me cuesta concentrarme en leer, o al menos evadirme de mi rutina, y cuanto menos tiempo libre tengo, peor. Benjamin cada vez viene menos, no sé si Tom lo ha amenazado. Tom no sabe que sé leer. Espero que no me descubra, no le gustan los secretos.
El cuento que he leído trataba de unos hombres de la alta sociedad que formaban parte de un club, y en sus reuniones trataban de contactar con el más allá. Sin embargo, una de sus reuniones acababa mal, porque accidentalmente contactaban con un brujo y éste se enfadaba y los mataba a todos. Creo que todas las historias de este libro son así, fantásticas. Es raro pero me gusta. Como Benjamin.
Voy a intentar describir a Benjamin. Es más alto que yo, y eso no es tan frecuente, soy bastante alta para ser una mujer, y además pobre. Mi madre me dijo que parecía que había tomado algo prestado de mis hermanitos, porque yo era la única de los ocho que había llegado a la pubertad, y siempre tuve buena salud. El caso es que Benjamin no es delgado, es más bien fuerte, aunque tiene algo de barriga, lo justo. Me gustan las barrigas si no son exageradas. Lo que más me gusta de él son sus ojos, de color azul oscuro, nunca los había visto así. Toda mi familia los tiene azul claro, como yo (mis padres son primos), y el resto de la gente que conozco los tiene marrones o azules, ni tan claros como los míos ni tan oscuros como los suyos. Salvo Karen, Karen los tiene de color ámbar, son alucinantes. Creo que por eso la quieren tanto los hombres. Por eso y por enormes tetas, también.
Además del libro, que me ha hecho mucha ilusión, hoy hemos comprado por fin la tela para los nuevos vestidos. Es de color vino tinto, ligera, brilla un poco y es tan suave que se escurre entre los dedos. Sally dice que es satén, pero no lo creo, aunque me da igual. Llevábamos mucho tiempo ahorrando y la señora Callaghan nos a hecho una rebaja, porque le somos muy fieles. Putas fieles, tiene gracia.
Tengo sueño, lo voy a dejar. A esta vela no le queda mucho.
Ah, me llamo Deirdre.

2 de octubre:
Empieza a hacer frío en Boston. No lo entiendo, el año pasado por estas fechas aún podía lucir mis mejores escotes sin miedo a ponerme roja o azul cuanto aprieta el frío de madrugada. Echo de menos Irlanda, el frío era más húmedo pero yo lo llevaba mejor. También yo era más joven y no tenía que hacer la calle. Aunque a decir verdad hace tanto tiempo de eso, y yo era tan joven, que no trabajaba en nada por mi cuenta, solo ayudaba a mis padres. Tal vez si viviese allí haría lo mismo. No sé, no me importa tanto hacer la calle como tener a Tom encima.
El libro que me regaló Benjamin tiene algunas notas, supongo que él lo leyó antes. No me importa, así le siento más cerca cuando no está. No entiendo lo que dicen. Se parecen a algunas cosas de las que hablan los cuentos, aunque tengo que leerlos enteros para intentar relacionarlo.
He guardado el libro bajo la almohada, pero tendré que encontrar un sitio mejor, ahí es donde primero mirará Tom.
Hoy ha vuelto a pegarme. No se lo voy a decir a Benjamin pero él lo acabará sabiendo, es muy listo. Dice que yo también soy lista, que si no ya habría aparecido en el río, flotando boca abajo.
Hoy he ido a ver a la señora Callaghan para ver si necesitaba algo (después de hacernos esa rebaja, quiero ofrecerle mi ayuda porque es muy mayor y se cansa fácilmente), y ella me ha comentado que es el día de los ángeles custodios, patrones de los policías, como era su marido. Eso quiere decir que mañana es mi cumpleaños. Cumpliré veintidós.

12 de octubre
Tom insiste en que me tiña el pelo, y yo no quiero. Sally me ha dado la razón. Tom dice que tengo que teñírmelo de rojo o de rubio, porque mi color natural no es ni una cosa ni otra, y así no me puede anunciar entre los hombres importantes. No me parece justo. Mi pelo es del color de la miel, del color de los caramelos, del color de unas piedras que había en un collar que le regalaron a Karen una vez, no recuerdo cómo se llamaban. Además, mi pelo está bien, es abundante y brilla, y si me lo tiño se estropeará. Benjamin dice que no me lo tiña, porque mi pelo parece un metal precioso, entre el cobre y el oro. Es un zalamero. Tom es idiota.
Hoy he leído parte de un cuento, solo parte porque Tom ha aparecido de repente y he tenido que esconderlo. Menos mal que se fue pronto, porque lo había dejado muy cerca del brasero y se iba a chamuscar. El cuento iba de un hombre que quería volar, pero en lugar de inventar una máquina con alas, o algo parecido a un coche volador, que sería más lógico, hacía algo más parecido a un barco, pero que volaba. Hay que echarle imaginación para entenderlo, pero me gustó. A ver si mañana lo termino.
Tom dice que no va a dejar volver a Benjamin, que si lo quiero ver tendrá que ser en la calle, y que nos andemos con cuidado si no queremos que no nos deje subir hombres aquí (normalmente solo hacemos la calle si hay pocos clientes en la casa), que solo nos dejará dormir, y a lo mejor ni eso. No sé qué le pasa. Creo que tiene deudas y está nervioso.
Sally tiene mucha tos, y suena mal.
He encontrado una nota dentro del libro que me ha preocupado. Habla de armas, pero no exactamente armas de fuego, sino algo distinto, sin balas. Supongo que Benjamin quería escribir una historia.
Tengo hambre. Pero me hace falta menos tela para hacer el vestido de lo que creía. Iré a ver si me fían algo en la panadería.

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