Un pasaje de mi nueva novela “Mi ala rota”
En mi nueva novela, la protagonista, Lara, repasa los acontecimientos de
los últimos meses, que la han llevado a su situación actual. La ópera
“Madame butterfly” juega un papel muy importante en esta historia.
Me
acerqué a FNAC para comprar la biografía de Sofia Scalante, la
soprano que interpretaría a a protagonista de Madame Butterfly, y que
también era mi artista preferida. Bueno, es mi artista favorita. Era. No
sé.
Sofia Scalante (nacida en algún momento entre 1950 y 1960, según dónde se consulte) no era italiana, a pesar de que su nombre lo sugiera, sino búlgara. Ese era su nombre artístico, pero también era un nombre apropiado para camuflar sus orígenes, aunque introduciendo un guiño. No diré su verdadero nombre por respeto, ahora que ella no se puede defender. Si
yo alguna vez fuera famosa, me gustaría esa clase de fama: ser la
mejor, la más grande, la más admirada, pero que nadie supiese nada de mí
en realidad.
Nació
en un pueblo pequeño y muy atrasado, y fue su tío quien despertó su
interés por el canto, y quien pagó sus clases en el coro durante su
infancia. Ella misma se puso a trabajar con doce años para seguir con
sus clases en una escuela más elitista de la ciudad de Burgas (donde
mintió sobre su edad para ser admitida), a 200 kilómetros de su aldea.
Asistía dos veces por semana, gracias a que su tío tenía que hacer
negocios allí, y la llevaba y la traía de vuelta a
casa. Él se estaba cobrando estos favores de una forma que a ella no le
pareció mal entonces, solo mucho tiempo después se dio cuenta de que
había sido abusada. Cuando lo hizo público condenó firmemente a su tío,
ya fallecido, pero dijo que al menos había conseguido una carrera
musical gracias a ello, de lo contrario
probablemente seguiría criando cerdos con su familia. Puede parecer muy
frío pero yo lo entiendo, era su forma de ver el lado positivo y
reconciliarse consigo misma, tras una vida culpándose por aquello, como
les pasa a muchas personas que han sufrido abusos sexuales.
A
los dieciséis años Sofia se mudó a la capital, Sofía, e ingresó en la
escuela de canto “moderno”, que era la única forma de cantar lírica y no
acabar en un coro de voces búlgaras, aunque sus mayores detractores
sostienen que su estilo se acerca demasiado a este género popular.
Mientras progresaba en su carrera artística, cantaba por las noches en
cafés, y por temporadas también trabajó como camarera, limpiadora,
recepcionista, costurera y cocinera.
El
episodio más controvertido de la vida de Sofía Scalante, si exceptuamos
la misteriosa desaparición de su primer marido y los rumores acerca de
los malos modos con los que siempre trató a sus subalternos, es el
llamado “wig riddle”, que tuvo lugar a principios de los 90 y tuvo como
protagonista, además de a Sofía, a la soprano Carol Davenport.
La
versión oficial dice que Carol, la artista que iba a interpretar a Cio
Cio San en el estreno en el Metropolitan Opera House de Nueva York en
1991, sufrió tres semanas antes una repentina neumonía, y fue entonces
cuando Marcus Grandel, el director del nuevo montaje, llamó a Sofía
suplicándole que la sustituyese y pidiéndole perdón por las airadas
críticas que le había dirigido al rechazarla durante la prueba para el
papel. Sofía tardó dos días en responder, y lo hizo abriendo la puerta
del despacho de Grandel, que en ese momento estaba reunido con unos
socios, y entonando Che tua madre dovrá, una de las arias más célebres
de la obra. Marcus se puso en pie y aplaudió de forma extasiada, al
igual que sus socios, y Sofía comenzó a ensayar con los demás
intérpretes y la orquesta. Ese estreno supuso la consagración de Sofía
ante la crítica y el gran público, (antes solo era admirada en Italia) y
el comienzo de una exitosa gira que duró varios años. Sofía nunca
habría llegado a alcanzar el éxito internacional de no ser por ese
papel.
Hay
muchos rumores acerca de las causas por las que Carol Davenport no pudo
interpretar a Cio Cio San; el motivo de tanta habladuría es que Carol
no volvió a pisar las tablas de un teatro en dos años (tiempo demasiado
largo para recuperarse de una neumonía) y que a partir de entonces usó
peluca, durante el resto de su vida. También influye el hecho de que la
peluca que utilizó Sofía Scalante era distinta a la de Davenport, según
Sofía porque ella estaba acostumbrada a que le hiciese los tocados un
artesano italiano.
El
rumor más extendido dice que Sofía, desesperada por conseguir el papel,
aún después de que Marcus la hubiese humillado delante del coro, se
coló entre bambalinas e impregnó con ácido la peluca que Davenport iba a
usar unas horas después en el ensayo, causando lesiones gravísimas a su
rival cuando ésta se estaba vistiendo. No hay pruebas de ello, porque
Carol era una diva del bel canto extremadamente reservada: se maquillaba
y peinaba sola, y solo permitía que su asistente personal le pusiese el
kimono que utilizaba para interpretar a Madame Butterfly. También tenía
médico personal, de modo que no hay testigos de su ingreso hospitalario
por quemaduras… pero tampoco hay testigos de su ingreso por neumonía;
de hecho, el silencio de Carol Davenport y su entorno fue absoluto
durante esos dos años.
La
rivalidad entre ellas era sonada, porque a pesar de que Sofía Scalante
era mucho menos popular, había algunos críticos que la consideraban
mejor que Davenport y que muchas coetáneas, debido a su entrega y su
emoción al cantar, que compensaban su falta de técnica. Algunos dicen
que el propio Marcus, cuando hizo las pruebas a tres sopranos para el
papel de Cio Cio San, se emocionó tanto al oír a Sofía que tuvo que
ocultar sus lágrimas para no ofender a Carol, que era la candidata más
fuerte, y su amiga íntima. A pesar de este desliz emotivo, Marcus esperó
a que Sofía terminase de cantar y le comunicó que no había vacantes
para ella en su montaje, pero que estaban buscando personal en un puesto
de fruta de Little Italy, y allí podría encontrar trabajo anunciando
tomates.
Carol
Davenport no solía hablar de Sofía, al contrario que ésta última, que
no paraba de criticarla por su “falta de sangre”, pero sí la mencionó
una vez cuando le preguntaron quién no querría que interpretase alguno
de sus papeles, calificándola de “chabacana”. Tras el estreno de Madame
Butterfly, ninguna de las dos volvió a referirse jamás a la otra, lo
cual apoya la teoría del boicot de Sofía a Carol. Llámalo boicot,
llámalo intento de asesinato.
Yo solo iba a robar unos malditos dibujos.
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